Cuando estudié la carrera viví durante algunos años en un colegio mayor. Allí conocí a una chica ciega. Era el año en el que yo, ya veterana en aquel lugar me toco recibir a las chicas nuevas que llegaban. Ese año venia una chica ciega. Yo en un primer momento pensé que no me toque a mi, que no voy a saber que hacer... las casualidades hicieron que la conociera más. La verdad es que todo, absolutamente todo te sorprende: como te conoce por la voz, como no es necesario decirle que hay un escalón, como toca la guitarra, porque toca la guitarra de una forma espectacular, sin partituras, sin tablaturas... sin nada solo con sus manos y sus oídos. Hace poco la vi, sigue siendo increíble... lo más gracioso: se equivoco con el bikini y llevaba cada parte de un color... unas risas y asunto arreglado.
¿Por qué me he acordado de ella esta noche? La culpa la tiene el ordenador y la tele. Después de conocerla me aficioné a reconocer la voz de los dobladores de la tele. Porque cuando se está sentada frente al ordenador con la tele de ruido de fondo, sin mirarla, pero escuchándola... te das cuenta de que la voz que has escuchado en la serie del medio día es la misma que la voz que escuchas por la noche.
Es impresionante la capacidad que tienen algunas personas de nadar en un mar tormentoso lleno de olas. Y a otros, nos da miedo meter los pies en la bañera.
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