Era un sendero de luna llena. Aunque los habían citado a las ocho y media de la noche, que era de día les habían regalado un frontal. Un frontal, aparatejo bastante práctico, pero de estética infinitamente horrible, te lo pones y realmente estas ridículo, así que ella había decidido no ponérselo, sus compañeros de sendero lo llevaban por ella.
Al día siguiente lo saco de la mochila, ya que iba a salir por ahí y lo dejo encima del sofá. A la vuelta, cuando ya se había dado una ducha, y estaba descansando en el sofá lo encontró en el sofá y decidió probárselo... cual fue su sorpresa, no le servía... su cabeza era tan grande que las gomas del dichoso aparatejo le quedaban pequeñas... le tendría que quitar una de ellas... pero aun así seguiría siendo un aparatejo bastante horrible.
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