miércoles, 22 de junio de 2011

Helados

De pronto había recordado su infancia, su niñez. Había recordado los veranos en casa de su abuela. El mes de agosto llegaban los familiares que habían decidido marcharse del pueblo para labrarse un futuro mejor. Recordaba las comidas en casa de su abuela, como los niños comían en la cocina y los mayores en el salón... era curioso, pero ella nunca a llego a comer en el salón... siempre comió en la cocina. Después de la comida, a la hora del café tocaba ir a comprar el helado. Una o dos barras de helado de corte. El clásico, chocolate, vainilla y nata  o uno de nata y fresa. Siempre te daban unas quinientas pesetas y te mandaban al bar del pueblo a comparlo. Luego llegaba el ritual de cortarlo, más o menos iguales para casi todos, ya que siempre estaba el listillo o listilla de turno al que le tocaba un gran trozo de helado de corte... entre sus dos galletas... Qué tiempos aquellos... era una pena que no volvieran... pero esa es una de las pegas de hacerse mayor...

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