domingo, 26 de diciembre de 2010

Primer día de trabajo...

La noche de antes, al salir de bar no podía creerlo: estaba lloviendo, no es que lloviera mucho, pero si seguía así toda la noche, el día siguiente sería de descanso. La verdad es que aún no habían empezado, pero solo el hecho de pensarlo la agotaba. 
La mañana llegó fría, no estaba lloviendo, no había ni una misera nube... el sol estaba radiante en el cielo, habían tenido la consideración de no levantarla temprano, claro, habían esperando a que oreara un poco. La ropa de siempre, las zapatillas de siempre, todo viejo claro esta: este trabajo no requiere de grandes vestimentas, bueno pañuelo nuevo, un poco pijo, pero es lo que tiene el raso y los caballos, que suenan a pijo.
Entre buscar la crema, que no encontró y que tuvo que conformarse con unas pequeñas muestras traspapeladas entre otras cosas, y buscar otras gafas, que las nuevas eran muy nuevas para irse a trabajar todo el día,  tiempo justo para tomarse un vasito de leche y todos juntos para el trabajo.
El día pasó tranquilo,   entre espuerta y montón, rastrillo y sopladora, al final de la tarde cansancio, mucho cansancio. 
Después de una ducha, dolor en todos los músculos de su cuerpo. Y ahora ahí está, sentada en la mecedora que su madre le ha arreglado, escribiendo entradas en su blog mientras en la tele dan la novela de turno y mientras  fuera, en la calle la sigue...
 

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