domingo, 13 de octubre de 2013

Días extraños

Ayer, definitivamente fue un día extraño. ¿Quizás un día perdido? Mejor un día soñado, en el sentido más literal de la palabra: me fui a la camita sobre las siete de la tarde, si han leído bien de la tarde. El día anterior no fui capaz de dormirme antes de que me sonará el despertador, eso si, a las tres y cuarto de la madrugada, ya que este año, como el aterior, hemos realizado el peregrinaje andado hasta el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Sobre veinte cuatro kilómetros, cuesta arriba y cuesta abajo...  todo un reto. Este año, se me ha hecho menos duro, supongo que la semana del camino de Santiago me ha servido de entrenamiento.
Como no me acuesto temprano, no me duermo temprano y rápidamente fue la hora de levantarse. Tampoco fui capaz de dormir en el bus, así que me dispuse andar sin haber dormido nada. Por lo tanto, cuando a la vuelta me monté en el bus, caí redonda. Al llegar a casa, más de lo mismo: duchita y vuelta a dormir. Creo que a las siete mas o menos me acosté y me he levantado esta mañana: catorce horas durmiendo. Me he levantando con un gran complejo de marmota. Seguramente en mi vida anterior fui un bichejo de estos.

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