domingo, 19 de mayo de 2013

Mi pueblo.

Mi pueblo es pequeño, no llega a los mil habitantes. Mi pueblo, en el cual nunca he vivido, pero aun así es mi pueblo.  Mi pueblo, políticamente divido. Mi pueblo anclado tal vez en el pasado.
Antes teníamos hasta apellido, eramos La... de.... y así eramos nombrados, tanto en los mapas como en las famosas páginas amarillas.  Ahora ya somos tan solo La ...  a secas. Somos una de esas cuantas Entidades Locales Autónomas, que pronto desaparecerán. Pero de eso, tal vez hable otro día. 
La cuestión que como pueblo pequeño, tenemos pueblos vecinos. Pueblos que se mueven en los mismos parámetros en los que nos movemos nosotros... ¿o tal vez no? 
Aun recuerdo la primera vez que baje a las fiestas del pueblo de al lado, le daban diez vueltas a las nuestras. En su verbena había dos grupos musicales así que no había esos descansos que te terninan de cortar el rollo, cuando ya estas un poco cansada. Atracciones para niños, si bien es cierto que en los últimos años estas atracciones han estado presentes en mi pueblo. 
Pero hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso de las diferencias, ¿como puede ser que pueblos vecinos sean tan sumamente diferentes?  Debido a la pasión semanasantera de mi madre conocía la existencia de los músicos del pueblo del al lado y de la imposibilidad  que tenían de venir en la semana santa de mi pueblo. Lo que yo siempre pensé es que se trataba de una banda normal de tambores y cornetas. Así que hoy he alucinado al ver a la banda de música: una banda de verdad, con sus oboes, sus trompetas y trombones, sus saxofones, sus tambores... Si bien es cierto, que no ha sonado tan bien como la banda de música de la localidad que antes nos daba nuestro apellido. Pero la cuestión no es como suene, sino que simplemente suena. Aquí esto sería impensable.

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