No podía creerlo, lo había metido todo en la maleta. Aun quedaba espacio para el ordenador y el GPS que serían las dos ultimas cosas que metería en ella. Sabía que aunque aquel lugar estaba a mil kilómetros de su hogar se iba a enamorar de él, independientemente de lo que ocurriera. Acababa de tomar una decisión, aquel lugar centraría todos sus esfuerzos, todas sus ganas. Intentaría que las cosas cotidianas como el donde comer o la hora de levantarse fueran cosas secundarias, había decidido que la belleza que ante si le mostrara la madre naturaleza sería lo más importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario