Habían decidido que todas las noches harían la comida del dia siguiente, asi cuando subieran de la playa tan solo tendrian que calentarla un poco, si es que no era una ensalada, y comer. Sin embargo con lo que no contó es que el frigorífico les congelase la ensalada de arroz que había hecho con todo el amor del mundo. Improvisaron saltearlo un poco para poder comerlo. Alli estaba ella, frente a los fogones, viendo como se le pegaba el arroz a la sarten, sin una pala de madera para poder moverlo en condiciones. No podía soportar el chirriar del metal sobre aquella sarten.
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