El sendero había comenzado bien. La primera parte había estado plagada de paradas para apreciar bellas cascadas de agua. La verdad es que nunca había visto nada tan bello. No se le hizo pesado, no se cansó. Sin embargo la segunda parte fue un infierno. Comenzó mal, se había quedado la última, una parada y al volver la vista no pudo resistirlo y sacó la cámara para hacer unas fotos. Todo esto unido a que tenían que subir una cuesta había hecho que sus compañeros les sacaran bastante ventaja. Iba rápida, lo más rápida que podía. Sus compañeros se paraban pero cuando estaba a punto de cogerlos estos comenzaban otra vez a andar... una y otra vez... no había forma de alcanzarlos. Estaba comenzado a sentirse agobiada. Ya había conseguido alcanzar a sus compañeños cuando se dio cuenta de que había perdido la parte inferior de su bastón para andar.
De pronto tropezó y cayó de rodillas al suelo. Por fortuna no se había hecho daño... bueno en realidad lo que más le dolió fue la cámara de fotos, pero a ésta tampoco le había ocurrido nada. Le dijeron que tenía que ir la primera y marcar el ritmo... mentiras el ritmo lo marcaba el guía o en su defecto algún que otro compañero. Así que volvió a ser la última.
Cuando llegaron al mirador todo era precioso, la altura era espectacular... pero ahora tocaba lo mas dificil: había que bajar... seguían iendo rápido pero ella decidió que no correría ya se había tropezado una vez y una caída por aquellos lugares podía significar la muerte. Las rodillas comenzaron a molestarle, lo que relentizaba aun más su ritmo, la molestia cada vez se estaba haciendo más fuerte hasta que se convirtió en dolor. Y alli estaba ella en mitad de aquella bajada infernal... a cada paso un dolor que cada vez se estaba haciendo más insoportable.
El guía amablemente se ofreció a vendarle las rodillas, ella en un principio rehuso el ofrecimiento, pero es que realmente el dolor iba en aumento así que pidió amablemente que le vendara la rodilla derecha. El vendaje surtió su efecto y mitigó un poco el dolor que sufría en sus rodillas y pudo terminar aquella bajada tan infernal pero que había merecido la pena por los paisajes tan bonitos que habían visto.
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