domingo, 23 de octubre de 2011

La princesa

Hubo una vez un princesa, vivía en un país lejano exótico. Sus súbditos la agasajaban con toda clase de regalos. Tenía los animales más curiosos que había en la tierra, comía las frutas más sabrosas y las flores más bellas adornaban sus aposentos. Sin embargo, aquella princesa no era feliz.
¿Qué le pasaba a aquella bella princesa? Porque aunque no lo hayamos dicho, todas las princesas son bellas, y la nuestra no iba a ser menos. 
Ella pensaba que estaba triste porque aquel canario cantarín que le alegraba cada mañana había muerto, y lloraba cada día porque aquel canario ya no estaba. Un día mientras pensaba en su canario, pensó en su papa, el rey y en su mama, la reina, y como no, en sus hermanas y sus hermanos... los pequeños príncipes. Todos los demás príncipes  eran pequeños, por eso sus padres, los reyes habían decido llevarlos a aquel viaje. Por eso nuestra princesa era la reina de la casa, la reina del palacio.
Pensó, pensó y pensó y se dio cuenta que no lloraba por aquel canario, lloraba porque sus papas y sus hermanos estaban en un país lejano y no tenía nadie con quien jugar.

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