Ya lo tenía practicamente todo empaquetado. La verdad es que estaba un poco cansada. Tanto ir y venir, quería encontrar su sitio. Establecerse definitivamente en un lugar.
jueves, 30 de junio de 2011
Hoy
Hoy me gustaría saber lo que pasa por la cabeza de ciertas personas... pero como eso es imposible tendré que aguantarme...
Esperanzas y maletas
Solo espero repetir el año que viene en este lugar, ya que van ya tres años acumulando cosas y dejándolas en el verano aquí... cuándo tenga que irme tendré que llevarme un camión.
El genio
Iba yo tan tranquilamente el otro día caminado, por esos lugares por los que me gusta caminar. Iba sola, cosa bastante extraña, ya que siempre suelo andar en compañía. Pues eso, iba yo tranquila y de repente en la cuneta vi algo, un rayo de luz incidió sobre el objeto y brillo. Así que decidí cogerlo. Era una lampara, si una de esas... como la de Aladino. Comencé a reír, la frotaría y de ella saldría un genio. La verdad es que podía resultar curioso: una persona sola toda empapada en sudor riendo a carcajada viva con una lampara en la mano. Cuando ya se me había pasado el ataque de risa, decidí como no frotarla... ¿quien sabe? ¿quizas?
Cual fue mi sorpresa, cuando de repente todo se nublo... y un humo empezó a salir por la lampara. Un genio, no podía creerlo. ¿Me diría que tenía tres deseos? ¿Me diría que solamente uno...? En décimas de segundo miles de ideas pasaron por mi mente... que deseos pedir, cómo pedirlos adecuadamente... ya que en esos momentos todos tus deseos se agolpan en la cabeza intentando salir todos ellos a la vez.
El genio hablo, y me dijo que era el genio de los deseos que me concedería aquello que yo desease... timidamente le pregunte cuántos deseos podía desear... a lo que me contestó que desear todo cuanto quisiera pero que tan solo podía pedir dos cosas... Dos deseos... ¿qué era lo que más deseaba? Deseaba la felicidad... pero claro eso era ambiguo así que no pediría eso. La paz en el mundo, la salud mía y de todos mis seres queridos, el amor.... eran tantas cosas que no sabia pedir. De pronto el genio volvió a hablar: El tiempo se agota... olvidé decirte que dispones tan solo de un cuarto de hora... el tiempo ahora corría en mi contra, tenía que elegir ¿que era lo más importante para mi? es que elegir una sola cosa. Si ya se que he dicho anteriormente que eran dos deseos, pero es que el primero salió de mis labios en el mismo momento que el genio terminó de hablar: la plaza. No la calle, ni la carretera, ni el callejón sino la plaza... mi hermana se la merecía. El tiempo seguía corriendo, la silueta del genio poco a poco iba difuninadose y el sol parecía que volvía a brillar. De pronto lo tuve claro, ya sabía cual quería que fuese mi deseo: quería capacidad para seguir adelante, para no menguarme ante las dificultades, capacidad para ser la piedra donde se apoyarían mis seres queridos en los momentos de adversidad, capacidad para mostrar siempre mi mejor sonrisa... Así se lo dije al genio palabra por palabra.
El genio me sonrió y me dijo que había elegido bien... tus deseos te serán concedidos... justo en ese momento el teléfono sonó y desperté.
Una sonrisa iluminó mi cara... sabía que el genio me concedería estos deseos.
Palabras que no deberian escribir.
Palabras que nunca se deberían decir, que nunca se deberían escribir, que nunca se tendrian que pensar. Palabras que denotan cobardía, egoismo y falta de amor a los demás, a las personas que te quieren. Palabras que nunca jamás debieran ser pensadas y mucho menos escritas.
Días
Hay días en los que sin ningún motivo nos invade una absurda tristeza, días en los que hasta la palabra más tonta hacen que te sientas fatal, en los que piensas que no eres nada.
El martes fue un día de esos.
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