A veces pecamos de buena voluntad. Queremos lo mejor y ofrecemos lo mejor de nosotros mismos para que eso sea así. A veces, sin embargo nos equivocamos. Nos encontramos entre la espada y la pared, viéndonos abocados a hacer lo que consideramos injusto. Y es que, han sabido jugar tan bien las cartas, que menuda cara de tontos que se nos ha quedado.
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