Cuando se tienen catorce o quince, crees que todo puede ser, que vas a ser lo más... pero cuando va pasando el tiempo y pasan veinte años ves como alrededor tuyo la gente cambia, evoluciona, crece. Y no es que tu no hayas crecido, también lo has hecho. Pero hay momentos en los que el tiempo parece no haber pasado y que vuelves a tener quince años.
Unos de esos momentos "mágicos" son las fiestas de tu pueblo, si ese pueblo en que jamas vivirías, en el que hay momentos en que lo odias profundamente, sin embargo esos cinco o seis días casi siempre vuelves, para estar con tus amigos de siempre, con aquellos con los que empezaste a tomarte tus primeras cervezas, a fumarte tus primeros cigarrillos, tus primeros besos... con los que empezaste a ser mayor.
La plaza, ese lugar en que antaño no apetecía estar, era para gente mayor, y para colmo te obligaban a estar, es ahora el lugar donde pasas la mayor parte del tiempo. La orquesta, que hay que decirlo, cada vez es más profesional. Los sonidos, los olores, la verdad es que no parece que haya pasado el tiempo. Los saludos a los que antaño fueron "tus amores de verano" con los que nunca tuviste nada más allá del mes de agosto... te recuerdan que aunque pase el tiempo, la feria siempre será la feria.
La plaza, ese lugar en que antaño no apetecía estar, era para gente mayor, y para colmo te obligaban a estar, es ahora el lugar donde pasas la mayor parte del tiempo. La orquesta, que hay que decirlo, cada vez es más profesional. Los sonidos, los olores, la verdad es que no parece que haya pasado el tiempo. Los saludos a los que antaño fueron "tus amores de verano" con los que nunca tuviste nada más allá del mes de agosto... te recuerdan que aunque pase el tiempo, la feria siempre será la feria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario