Hubo un tiempo en el que el pueblo no era de mi agrado. Luego llegaron los senderos y el gusto por caminar. Entonces el pueblo empezó a tener encanto.
Caminar viendo olivos, mares de olivos y esos atardeceres de color rojizo que nos regala el lugar.
Teniendo claro lo que se quiere, pero sin apresurarse
Hubo un tiempo en el que el pueblo no era de mi agrado. Luego llegaron los senderos y el gusto por caminar. Entonces el pueblo empezó a tener encanto.
Caminar viendo olivos, mares de olivos y esos atardeceres de color rojizo que nos regala el lugar.